El secuestro como única opción: “Captain Phillips”

La palabra sobrevivir tiene diferentes significados en distintas partes del planeta. Mientras unos pelean por ascender en la escalera corporativa, hay otros que hacen su carrera de violar el sistema y tomar lo que quieren por la fuerza. Esta es la perspectiva que presenta Captain Phillips (2013), del director Paul Greengrass.

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“El mundo laboral reduce cada vez más las oportunidades a los jóvenes, será muy difícil para nuestros hijos conseguir un empleo”. Estas son las primeras palabras que escuchamos de Rich Phillips (Tom Hanks) a su esposa Andrea (Catherine Keener). Ella se preocupa solo por su seguridad; él la reconforta tratando de conservar la calma sobre su próxima misión.

Al mismo tiempo en la costa de Somalia, un grupo de gente de escasos recursos, entre ellos jóvenes, se alinean para pedir trabajo a los piratas. Muse (Barkhad Abdi) recibe como pago hierbas a cambio de una oportunidad por un asalto millonario.

El Capitán Phillips es un hombre experimentado e inteligente que exige un gran compromiso de su tripulación. En medio de un simulacro imprevisto, la amenaza se convierte en realidad: Muse y sus ayudantes se acercan con intenciones de asaltar el barco.

El Capitán coopera con los piratas el tiempo suficiente para que la tripulación capture al líder y hacerlos descender de la nave, no sin antes tomar a Phillips como rehén. Así, comienza la negociación entre la marina estadounidense y los piratas que, sin experiencia, su única esperanza es obtener una recompensa de diez millones por la vida de nuestro protagonista.

Las historias se van contando en paralelo hasta que se unen, haciéndonos anticipar el siguiente paso de cada uno. La idea es que nos adelantemos a la trama, y lo más probable es que siempre atinemos.

La tensión es magnífica y digna de Paul Greengrass, quien dirigiera las últimas dos entregas de Bourne (2004) y Green Zone (2010). Tenemos la oportunidad de acercarnos a la maquinaria del barco, las decisiones que se toman en un caso como esos y lo increíble del trabajo en equipo de la tripulación para mantenerse con vida.

Además de mantenernos en el borde del asiento durante la mayoría del tiempo, también tiene una vena moralista. Se utiliza la violencia para quebrantar la paz y tomar a la fuerza lo que de otra forma está fuera de su alcance: dinero, y sobre todo, estatus.

Muse es un personaje que posee estas ambiciones; se vuelve más rudo cuando es llamado “flaquito” y se gana el respeto atacando a uno de sus compañeros. Este asalto es para él una forma de demostrar que es un hombre y que está haciendo lo que es necesario para sobrevivir y tener una vida digna.

Más que piratas, Muse y sus compañeros Bilal (Barkhad Abdirahman) y Elmi (Mahat M. Ali) son un reflejo de esa misma juventud sin oportunidades de trabajo que tienen también un sueño americano. Como Muse dice a Phillips después de decirle que debe haber otra forma de solucionar las cosas, “Tal vez en América”.

Phillips identifica a sus hijos en estos jóvenes en necesidad y trata de ponerlos en contacto con esa realidad. Mediante comentarios que le cuestan gritos y golpes, poco a poco suaviza la actitud de Muse, al grado de tomar sus consejos y evitar que sus compañeros lo maten. Se vuelven padre e hijo por un momento, y esta relación termina salvándole la vida.

Encima de ser un drama basado en un hecho de la vida real (el asalto a la nave Maersk Alabama en 2009 que llevaba alimentos a países en necesidad), esta historia aprovecha a ambos bandos y los contrapone para el entendimiento de la situación en los países subdesarrollados. Mientras en América se pelea por un empleo más remunerado que el otro, en Somalia la gente se pelea por ser los ladrones que harán un asalto millonario, del que después no verán más que unos cuántos dólares.

La comparación puede sonar a la cantaleta de “mientras aquí hacemos esto, en África pasa esto otro”, pero la trama lo esconde lo suficiente como para despistarte. En varias ocasiones tuve la sensación de que los piratas podrían hacer cosas más crueles al capitán secuestrado, pero la película se mantiene dentro de la realidad; no son personas irracionales, solo tienen otra forma de ganarse la vida.

Las actuaciones de Tom Hanks y Barkhad Abdi son iguales en fuerza y contundencia. 

Tom Hanks se sale completamente de ser Tom Hanks para ser un hombre de autoridad con un gran sentido de lo correcto. Abdi, que no es un actor experimentado, extrae de su persona la personalidad de lo que puedes imaginarte de un pirata somalí, transmitiendo su rudeza y forma de pensar.

Captain Phillips nos muestra por un lado la reinvención de un actor del que pensamos ya habíamos visto todo, así como en el cine no es necesario tener experiencia actoral si eres la representación de un papel que nadie podría imitar. 

La historia se torna en una negociación y táctica americana (hiper patriotista) de cómo una buena acción no es entendida igual en dos puntos no tan lejanos del globo.